Los niños pelean, discuten, e incluso se pegan… Pero también se reconcilian, se quieren, se adoran…
En esos momentos es habitual dudar, nos cuesta saber cómo actuar, qué posición tomar, cómo ser justos, cómo calmar, como mostrarles el camino de la paz…
Aquí tenemos 5 cosas que no deberíamos hacer ante las peleas y/o conflictos de los niños (inspirado en la filosofía Montessori).
1-Juzgar al que pega: Poner etiquetas a los niños en cualquier sentido es generalizar sus conductas puntuales e incluso normales, de acuerdo a su edad. Demonizar al niño que pega es hacerle creer que verdaderamente es malo. Si me dicen y me repiten que soy malo/a, acabaré creyendo que realmente lo soy y actuaré como tal. Evitar frases como: «¡Oye! eres malo, no se pega. Te portas muy mal». Eso es juzgar y generalizar.
2-Dar sentencias: Esto es algo muy común. Los adultos creemos que, tenemos derecho a dar sentencias y establecer premios y castigos por cada conducta del niño. Un ejemplo: Dos niños discutiendo por un objeto. Llega la mamá de uno de ellos y dice «toma cariño, cógelo tú, que ella ya lo ha tenido mucho rato. Ahora te toca a tí» ¿Por qué damos estas sentencias? Dar sentencias es una forma de impedir que los niños aprendan a solucionar los conflictos por sí mismos. El que sale perjudicado en la sentencia se siente mal y desarrolla sentimientos negativos hacia el niño/a que sale favorecido porque lo ve como un gesto de predilección por el adulto hacia el otro.
3-Obligar a pedir perdón: Perdón es una simple palabra, y las palabras sin hechos, se quedan vacías. Perdón es la palabra que pone nombre al arrepentimiento. El perdón es algo más bien diplomático que utilizamos los adultos para reconducir situaciones de conflicto y demostrar nuestro arrepentimiento. Antes de obligar a un niño a pedir perdón, debemos hacer entender al niño las consecuencias de sus actos para que pueda despertarse en él realmente el sentimiento del arrepentimiento. Si el niño no entiende la dimensión de sus actos y no observa ninguna consecuencia el perdón carece de sentido para el niño. Es más, puede suponer un arma de doble filo, pues aprendo que con una palabra rectifico todos mis actos. Además, recuerda que los niños valoran más su felicidad que su orgullo. Se pelean pero a los pocos minutos se reconcilian y olvidan sin necesidad de un perdón.
4-Castigar las discusiones y/o peleas: Esto también es algo muy típico y una forma de resolver el conflicto que nos parece muy justa. «Como os estáis pegando por esta pelota os quito la pelota y además os dejo a los dos sin ir al parque para que reflexionéis sobre lo que habéis hecho». Los castigos imponen, pero no enseñan. Los castigos funcionan a corto plazo, pero a largo plazo el niño aprende que los conflictos se resuelven de forma autoritaria. Si queremos adultos capaces de resolver conflictos de forma serena, pacífica, capaces de negociar debemos darles un ejemplo en el que mirarse.
5-Intervenir antes de tiempo: A veces no les damos ni siquiera la oportunidad de resolver los conflictos por sí mismos. En el parque, cuando un niño va a interactuar con otro muchas madres intervienen enseguida sin que ni siquiera se haya producido el conflicto. Deberíamos dar oportunidad a los niños de que salgan por sí mismos de sus conflictos y no ver conflictos antes de que se hayan producido. Los niños no son problemáticos pero nosotros les enseñamos con nuestros actos y nuestro ejemplo a ser posesivos.
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