Nuestros hijos deben saber qué se espera de ellos, necesitan límites. Esto les dará seguridad. Las normas y límites que marquemos deben cumplir unos puntos básicos:
- Que sean sencillas
- Que sean justas
- Que tenga clarísimo cuáles van a ser las consecuencias en caso de no cumplirlas
- Que apliquemos las normas de manera coherente y constante
Algunos consejos para aplicar las normas y límites y que nuestro hijo tenga una buena conducta:
o No demos órdenes en forma impersonal. En vez de “Mamá quiere que vayas a la cama”, es más correcto decir “es hora de ir a la cama”.
o Indiquemos al niño, por nuestra forma de hablar, en qué consiste su responsabilidad. Ordena la habitación: si decimos Paula ayudará a mamá a recoger la habitación, estamos indicando que la madre es quien tiene que recoger la habitación, en lugar de decir “yo te ayudaré a recoger”.
o Debemos corregir una mala conducta de nuestros hijos en cualquier momento, situación o lugar.
o Ahorrémonos dar las gracias para las ocasiones que las merezcan. Es decir sólo en las ocasiones en las que se hace un favor a otro, cuando realiza sus actividades diarias (vestirse, asearse) está fuera de lugar porque son su responsabilidad.
o Expresemos nuestra aprobación o desaprobación condicionándola al comportamiento. Ejemplo: nunca debemos decir “Eres malo”, “hoy has sido bueno”, lo debemos cambiar por “esto que has hecho no está bien” “hoy estoy muy contento contigo porque te has portado muy bien con tu hermano, has ayudado a recoger y has hecho caso a los mayores”
o Pidamos al niño que actúe, no que se apresure, cuando tenemos prisa, expresar que acabe la tarea (beber la leche, comer la tostada) en lugar de ¡desayuna deprisa!.
o Debemos exponer las razones que nos mueven a acceder a una petición. Para favorecer el pensamiento inductivo.
o Si concedemos atención al niño, concedámosla por entero.
o Si nos reservamos un tiempo para nosotros, digámoslo así a nuestros hijo y nos ceñiremos a lo dicho. De esta manera el niño aprenderá a respetar los pequeños espacios que nos reservemos.
o Utilicemos el refuerzo indirecto, como llamar por teléfono a papá, a la abuela… hablar entre nosotros en la habitación de al lado, en el pasillo… para decir lo que se está esforzando nuestro hijo y lo contentos que estamos (hablaremos cerca de él, el fin es que escuche nuestra conversación).
o Abstengámonos de hablar del mal comportamiento de nuestro hijo donde pueda oírnos, si las palabras no van destinadas a él.
o Elogiemos al niño siempre que lo merezca. Hay una tendencia a criticar los errores y no recompensar los aciertos.
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