1. Cuidar la calidad del lenguaje que utilizamos y el tono con el que decimos las cosas.
2. Hablarle despacio con buena pronunciación.
3. Usar frases sencillas
4. Evitar frases complejas, con más de una instrucción.
5. Atender y escuchar todos los intentos comunicativos, esperar a que termine.
6. Dale tiempo suficiente para que se exprese.
7. No anticiparnos a lo que quiere, esperar a que nos lo pida.
8. Adoptar actitud positiva, hacerle ver que nos interesa lo que nos dice.
9. Llamar a las cosas por su nombre. No utilizar vocabulario infantil.
10. Nombrar las cosas con la palabra más exacta posible para mostrarle la riqueza del lenguaje y enseñarle más vocabulario.
11. Mirarle a la cara cuando nos hable o le hablemos.
12. Potencia la comunicación en casa. Pide a tu hijo que te cuente lo que ha hecho durante el día, realiza juegos verbales, refranes, canciones, cuentos…
13. Aprovechar el momento del baño, la comida, el cambio de ropa, los paseos para explicarle las cosas que vais haciendo o viendo.
14. Enseñarle y explicarle libros de imágenes.
15. La corrección del habla del niño debe ser positiva. Cuando el niño dice «mira, un guau, guau», podemos contestarle: «sí, es un perro, un perro que hace guau, guau».
16. Corrige positivamente, repitiendo la frase bien dicha. Realizar correcciones indirectas, repetir a continuación las palabras o las frases bien dichas como dando a entender que le comprendemos, si quiere repetirá, pero ha recibido un buen modelo.
17. No te esfuerces por entender a tu hijo, que sea él quién se esfuerce por mejorar cada día.
18. Elogia sus esfuerzos, aunque estos sean pequeños.
19. No debemos utilizar imperativos ni negaciones, ya que no favorecen el desarrollo del lenguaje. El uso de imperativos es cortante y cierra la conversación.
20. Contesta a las preguntas de tu hijo con otras preguntas que le hagan pensar.
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