La conducta que manifiestan nuestros hijos e hijas son un reflejo de nuestros comportamientos como adultos. Somos nosotros quienes nos convertimos en sus modelos imitando todo tipo de gestos, expresiones verbales u otras manifestaciones conductuales, ya sean éstas correctas e incorrectas.
Éste sin duda debe ser el primer objetivo que debemos formular si queremos mejorar su conducta para, a partir de ahí, adoptar cualquier estrategia.
Estos consejos generales para mejorar el mal comportamiento, son aplicables a cualquier niño o niña, independientemente de su edad, aunque cuanto menor sea ésta, mejor será la evolución y los objetivos que podrán obtenerse.
- Definir clara y concretamente las normas. Si desde pequeños no le establecemos los límites, ni se define lo permisible e inadmisible, difícilmente podremos educarle en un modelo positivo de comportamiento.
- Procurar órdenes breves e indicadas de una en una. Han de formularse en positivo y repetirlas un par de veces.
- Otorgarle responsabilidades adecuadas a su edad (ayudar a poner y recoger la mesa, guardar sus juguetes, hacer las tareas escolares, colaborar en la limpieza de casa….)
- Evitar modificar los castigos tras ser anunciados pues con ello sólo lograremos que se salga con la suya.
- Evitar desacuerdos sobre cómo educar (sobre quién recae la responsabilidad, tipo de sanción y premio) delante de los niños y niñas, ya que será aprovechado por ellos como momento de debilidad y tratarán de sacar provecho de la situación.
- Procurar no delegar en el otro, asumiendo ambos la responsabilidad de educar. Evitar comentarios del tipo: “se lo diré cuando venga tu padre” pues con esa simple expresión nos hemos desautorizados solos.
- Ayudarle a identificar sus emociones. Su mal comportamiento suele ir acompañado de emociones negativas: rabia, tristeza, furia, etc y el primer paso para abordar el problema es identificar dicho sentimiento y ayudarle a superarlo.
- Informarle de los progresos que va consiguiendo con su buen comportamiento, pues alabar su buena conducta es importante como estrategia de extinción de los comportamientos inadecuados.
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