El sonambulismo figura entre los trastornos más frecuentes del sueño junto con las pesadillas, terrores nocturnos, despertares frecuentes durante la noche y el miedo a irse a la cama.
Los episodios de sonambulismo empiezan con la incorporación del niño que se encontraba profundamente dormido y que comienza a realizar una serie de movimientos más o menos complejos: desde sentarse y “echar un vistazo a su cuarto” sosteniendo las sábanas en sus manos hasta realizar complejas actividades que implican salir de su habitación: puede vestirse, desvestirse, jugar, comer, hacer pis, abrir y cerrar puertas, bajar escaleras…. Si intentamos hablar con él lo normal es que no nos conteste y en los casos que lo haga será a modo de susurro e ininteligible.
El niño sonámbulo no suele recordar ninguno de los sueños que han acompañado al sonambulismo, que puede durar unos pocos segundos, unos pocos minutos o incluso más. Afecta a personas de todas las edades, pero es más común en los niños y tiende a desaparecer con la edad.
El sonambulismo no es peligroso y, por lo general, no es una señal de que exista ningún problema preocupante relacionado con ello.
Recomendaciones:
• Si nuestro hijo se levanta por las noches en un episodio de sonambulismo tendremos que tomar algunas medidas de seguridad para evitar un posible daño, sin que sea necesario despertarlo, pues si lo hacen abruptamente podría sentirse desorientado y asustarse, lo cual no es conveniente.
• Hay que guiarlos para que vuelvan a su cama tratando no despertarlos.
• Debemos mantener las ventanas y las puertas cerradas con llave para evitar que el niño se escape.
Si nuestro hijo es sonámbulo solo debemos tener cuidado con las medidas de seguridad mencionadas anteriormente, debemos estar tranquilos y saber que no es peligroso, que no está asociado a ningún problema psicológico o emocional y que tenderá a desaparecer con el tiempo.
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