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Es muy probable que en alguna ocasión hayáis oído decir “ fíjate, el hijo de José es tartamudo” o quizás esto le pase a tu hijo. ¿Y qué es la tartamudez, más conocido como disfemia?

La disfemia consiste en un  trastorno del habla en el cual el flujo normal se interrumpe mediante repeticiones frecuentes o la prolongación de sonidos, sílabas o palabras o por la incapacidad de un individuo para comenzar una palabra. En ocasiones ciertas situaciones, como hablar en frente de un grupo de personas o hablar por teléfono, tienden a hacer que el tartamudeo se vuelva más severo, mientras que otras situaciones, como cantar o hablar sólo lo mejoran.

Quizás lo que más debería preocuparnos si estamos ante un niño tartamudo son las manifestaciones conductuales como mutismo temporal, retraimiento y logofobia (miedo a hablar), reacciones de angustia y ansiedad a la hora de comunicarse, conductas de evitación, inmadurez afectiva y reacciones anormales.

En estos casos la intervención es casi obligada, ya no lo es tanto por el problema en sí, si no por lo que este conlleva.

Os dejamos algunas pautas para aplicar en casa:

  • No hay que prestar excesiva atención a “cómo” habla el niño, es más importante centrarse en el contenido, en qué nos está diciendo.
  • No hacer comentario alguno (ni verbal ni gestual) acerca de su habla y sobre todo no mostrar nerviosismo o impaciencia ante bloqueos o repeticiones.
  • Nadie debe hacer observaciones sobre su forma de hablar. Se evitará que tenga contacto con personas que puedan perjudicarle en este sentido.
  • Evitar situaciones de tensión en las que normalmente el niño duda y titubea, ello le crea ansiedad y es bastante fácil que fracase.
  • Ante dudas, paros o bloqueos, ayudarle a terminar la frase de forma natural, no haciéndole repetir las palabras o las frases, ni darle mensajes del tipo: “tranquilo”, “más despacio”, “inténtalo otra vez”.
  • No se le debe ridiculizar, reñir, censurar ni criticar.
  • Darle tiempo para que termine la frase. No adelantarse “adivinando” continuamente lo que va a decir. No interrumpir si verdaderamente se bloquea: en caso de que manifieste signos bruscos al hablar, intervenir suavemente distrayendo el esfuerzo y facilitando una buena comunicación.
  • Darle conversación y animarle a hablar en situaciones de no tensión.
  • “Leer” cuentos juntos con el niño, comentar lo que ve en TV, hablarle de cosas que le interesen, haciéndolo despacio, con pronunciación clara y frases sencillas.
  • Vigilar que el niño no se retraiga, que empiece a coger miedo ante determinadas situaciones, que se le compare con otros niños, ello provocaría que cada vez se comunique menos.
  • Procurar que cada noche se acueste contento y relajado.

 

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