- Nuestra posición ante una pelea o una discusión de dos o más niños no debe ser de jueces. Nosotros deberíamos actuar sólo como mediadores que fomentan el diálogo e intermedian para que los niños aprendan a negociar pacíficamente respetando turnos, a respetar a los demás, a expresar sus sentimientos…
- Los jueces: Dan sentencias y juzgan. «Tu eres culpable y tu eres inocente»
- Los árbitros: Sólo vigilan que se cumplan las normas del partido.
El papel del adulto debería ser arbitrar una negociación después del conflicto y tratar de que se desarrolle de forma pacífica y respetando turnos. Se trata de que los niños negocien, expresen sus sentimientos y resuelvan los conflictos por sí mismos.
Igual que el árbitro saca tarjeta roja cuando ve patadas o situaciones comprometidas, los adultos debemos velar siempre por la seguridad de los niños e intervenir en este tipo de situaciones alejándolos primeramente a nivel físico. Nuestra misión será tratar de buscar la calma de cada uno de ellos, acompañando, escuchando, poniendo nombre a sus sentimientos, empatizando, mirando a los ojos, ofreciendo nuestro cariño, comprendiendo y haciendo entender al niño/a las consecuencias de sus actos.
¿CÓMO LES HAGO ENTENDER LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS?
¿Un beso? ¿Pedir perdón? ¿Cómo les hacemos entender las consecuencias de sus actos? Para que lleguen a comprender que sus actos tienen consecuencias debemos:
1. Poner nombre a los sentimientos de los niños: Tanto a sus propios sentimientos como a los sentimientos del segundo en discordia.
2. Reparar sus actos: La mejor forma de hacer entender al niño/a la magnitud de sus actos es que trate de repararlos. El besito o el perdón no reparan, pero sí que lo podría hacer una tirita. Aunque no haya una herida real las tiritas les pueden ayudar a entender que han producido un daño y hay que repararlo. Así, por ejemplo, si se ha roto un juguete en la pelea pueden intentar arreglarlo.
¿Y SI EL NIÑO SIEMPRE SUELE TENER UNA POSICIÓN DE INFERIORIDAD ANTE LOS CONFLICTOS?
¿Cómo les ayudamos? Lo primero es no inculcar en ellos el ojo por ojo y diente por diente. «Tu defiéndete y si te pegan pega». Si les enseñamos eso sólo generaremos más violencia. En estos casos debemos estar especialmente alerta.
Cuando los niños estén calmados podemos proponer algún juego grupal en que el niño tome protagonismo o lleve la voz cantante. Es una forma de darle este rol y que se acostumbre a él en situaciones de juego.
Por supuesto, siempre debemos animarles a exteriorizar sus sentimientos, ponerles nombre y que aprendan a dialogar y negociar para que equilibren sus posiciones y no haya dominantes y sumisos.
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